viernes, 29 de junio de 2007

La política de la mentira

por Agustín Viejobueno*


Las campañas mediáticas han resultado ser, en los últimos tiempos, eficaces instrumentos para cambiar la “mente social” que subyace tras el sutil velo que la separa de la opinión pública (cuya diferencia con la primera radica en su conciencia). El incesante bombardeo de información, distorsionada en la mayoría de los casos, y tendiente a confundir a los juicios individuales que uno a uno componen la opinión pública (y que luego pasarán a ser “mente social”) no da abasto, y siempre se desarrolla a través de figuras que gozan de la aceptación popular y de la estima de la gente. Actores, conductores de programas televisivos y radiales, cantantes, filósofos, historiadores pretendidamente “serios”, etc., integran un ejército de francotiradores que segundo a segundo disparan conceptos que pretenden direccionar las opiniones, las conductas y los patrones de estima de ciertos valores.
En este sentido, incluso expresiones ideológicas han sido demonizadas en tanto otras han adquirido una suerte de “manto de moralidad” que las hace potables ante el juicio de la “mente social” que los mismos formadores de opinión y de conciencia insuflan permanentemente. Así, ser “de derecha” es un pecado y ser “de izquierda” es políticamente correcto; ser “neoliberal” es un crimen y llevar en una remera el rostro del “Che” Guevara abre las puertas de la aceptación en numerosos círculos; manifestarse a favor del capitalismo genera la reacción de ser tildado de “salvaje” y decir que uno es “socialista” despierta aprobación por ser un sinónimo de “sensibilidad” para con el prójimo.
Es curioso que actualmente se identifique al liberalismo – al que se suele denominar, de manera peyorativa, “neoliberalismo” – con la derecha, cuando esta corriente de pensamiento nació, precisamente, como una reacción al poder absoluto de los reyes; y cuya mayor oposición surgió precisamente de los totalitarismos alemán e italiano (manifestados explícitamente como “antiliberales”), los cuales están situados en el extremo derecho del espectro ideológico. El liberalismo comparte posiciones tanto con la izquierda como con la derecha, y por eso sería tal vez más apropiado ubicarlo en el centro. La derecha es conservadora y el liberalismo es progresista; la derecha es nacionalista y el liberalismo defiende los beneficios de la globalización; la derecha es religiosa y el liberalismo es laico; la derecha protegerá a las empresas nacionales y el liberalismo abogará por la libertad de comercio que beneficie al consumidor; y las diferencias podrían seguir.
Por ello cuando se busca confundir diciendo “el candidato de la derecha” las “ideas de derecha” al aludir a hombres o proyectos que defienden la libertad, la división de los poderes, el Estado de derecho, etc., se comete un crimen cuya víctima es la conciencia individual, el juicio de las personas, pero fundamentalmente la verdad. Y la política (o mejor dicho, ciertos políticos) suele servirse de la mentira, la cual funciona como herramienta para fagocitar lo que realmente es, existe y se manifiesta de manera inequívoca.
Estas palabras no son para defender al liberalismo; son para intentar despertar una mirada crítica sobre los mentores de conceptos que son lanzados al aire y recogidos por aquellos a quienes más le sirven para que las sociedades no se desarrollen y los hombres sigan siendo presas de dádivas estatales y sistemas clientelares; y reproducidos como palabra santa y autorizada por el grueso de esa “mente social”, moldeada a paladar por aquellos gestores de la mentira. Incentivar la crítica, el juicio individual, la desconfianza ante lo que se escucha (incluso ante estas breves anotaciones que aquí exponemos) es un ejercicio que realza la dignidad del ser humano. Y eso es lo que nuestra sociedad necesita cada vez más: seres humanos, no meros receptáculos vacíos en los cuales cualquier mentiroso de turno deposite odio y resentimiento para edificar su propio ejército de inertes que usen una remera con el rostro de un hombre sin tener la más remota idea de cuánta gente habrá asesinado.


* Licenciado en Ciencias Políticas. Vicepresidente de la Juventud Recrear Tucumán.

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